En su admirable autobiografía Groucho y yo (1959), Groucho Marx dedica unas palabras al “lector furtivo”, al que considera, junto a la televisión y el amor libre, uno de los principales obstáculos a la hora del lanzamiento de una obra maestra literaria. El lector furtivo, “ese miserable individuo conocido como El gorrón”, es el tipo que entra las librerías con aire distraído y ni corto ni perezoso se pone a leer las páginas de un libro que devora casi entero en cuarenta y cinco minutos. Luego se larga por una puerta lateral de la librería con la esperanza de regresar otro día “y ayudar a enviar a la miseria a algún otro honrado autor”.
Groucho termina su comentario con una observación en la que lo único que ha perdido vigencia es el precio: que “a un hombre no le importa pagar cuatro o cinco dólares por un par de…
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